jueves, 27 de febrero de 2014

A ver, ¡que el WI-FI no da cáncer!

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Vivimos una psicosis colectiva acerca de las nuevas tecnologías , alimentada por pseudocientíficos que aluden a un complot de las compañías telefónicas y siembran el alarmismo social. Para muestra, una cita textual de un blog random:

Esta vez os vamos a hablar del bombardeo inalámbrico constante de microondas pulsantes, radiaciones, campos electro-magnéticos y otras energías malévolas que sufrimos a diario por las tecnologías inalámbricas como en las torres de telecomunicaciones, móviles, wifi, etc...[...] cada día tiene más sentido todo esto para nosotros y este sentido no es ni más ni menos que esclavizar, lobotomizar y desfertilizar a la raza humana...


 Telita marinera.

¿Qué os parece, pues, un poco de física para poner los puntos sobre las ies? Aunque, para atajar, abajo en referencias podéis encontrar un estudio que demuestra empíricamente que no hay nada de que preocuparse. Pero hacedme caso, tontos, que os va a gustar. Sólo la puntita.

 
Habrá quién os diga que la física son los illuminati.

Las ondas electromagnéticas son un modo de transmitir energía. La energía que transporta una onda electromagnética es proporcional a su frecuencia: es decir, el número de ondas por segundo. Las ondas de radio (entre las que se incluyen las que emite el teléfono móvil como las que usa el WI-FI) tienen demasiada poca frecuencia como para afectar al cuerpo humano.



He aquí una metáfora muy clara. Radiarnos con ondas de baja frecuencia es como lanzar pompas o bolas de espuma contra una cadena – es difícil romper un eslabón. Aumentar su intensidad es solo lanzar más pompas por segundo. Además las ondas ni siquiera dejan “manchas de jabón”.



Igual de peligroso.


Si bien la radiación solar puede ser carcinógena - porque emite rayos ultravioleta que no bloquea completamente la capa de ozono - las ondas de radio son mucho más débiles, tanto que no pueden romper los enlaces químicos del ADN. Y ya sabemos que el cáncer se origina por una mutación en el ADN de algunas células. Es más, las ondas de radio emiten a una frecuencia menor incluso que la luz visible.



Además del tema de las frecuencias, el cuerpo humano tiene distinta permeabilidad a distintos tipos de ondas electromagnéticas. Naturalmente nuestras madres lo sabían, que cuando nos quedamos parados delante de la tele nos dicen “¿tú te crees que eres de cristal o qué?”. La luz, que es un tipo de onda electromagnética, no es capaz de atravesarnos. Sin embargo somos transparentes a los rayos X, salvo nuestros huesos. 

El arma arrojadiza más temible.




Nuestro cuerpo bloquea asimismo las ondas de radio.¿Recordáis cuando lanzaron un smartphone cuyo nombre no recuerdo – ejem, iPhone, ejem – que no podía recibir llamadas cuando se sostenía en la mano porque la antena quedaba oculta? Ilustra cómo las ondas de radio no pueden atravesarnos.



En conclusión, si no tienes miedo a que una bombilla te dé cáncer, mucho menos deberías temer al teléfono móvil en tu mesilla de noche. Ah, y tampoco te van a provocar un dolor de cabeza. Está demostrado que no hay ninguna relación entre las ondas de radio y las migrañas. Aunque sí es verdad que hay casos de hipersensibilidad: personas que, debido a una creencia preexistente (equivocada), se sugestionan inconscientemente a sí mismas, provocando síntomas psicógenos.



Como colofón, digamos que la radio y la TV también usan ondas de radio (con una frecuencia algo más alta que el WI-FI incluso) y llevamos más de un siglo sin que estas tecnologías veteranas dañen a nadie (excepto si te cae una tele en la cabeza, claro).




 
El gato sabe quién es el auténtico enemigo.

Agradezco la inestimable ayuda de mis dos fuentes expertas en física: Antonio Jiménez, colaborador del blog, y Jesús Torres Castro, profesor de Física en la UCO.


Referencias

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domingo, 23 de febrero de 2014

4,74 personas te separan de Jennifer Lawrence.

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¿Conocéis la teoría de los seis grados? ¿Y de donde viene?

El concepto del mundo pequeño (Small World) fue planteada por el psicólogo social estadounidense Stanley Milgram en 1967. 
Milgram seleccionó al azar varias personas del medio oeste de EE.UU. y les pidió que enviaran una postal a un extraño que reside en Massachusetts (en la costa este norteamericana). Los únicos datos que conocían los sujetos era el nombre, la ocupación y la localización aproximada del destinatario. La única condición para hacer llegar la postal era que tendría que enviarla a alguien que conociera directamente y que pensaran que sería la que más probabilidades tendría, de todos sus conocidos, de conocer al destinatario.





¿Cuantas personas intermediarias creéis que hizo falta? Los participantes lo cifraban en cientos, pero lo cierto es que la entrega de la postal llevó, como promedio, entre cinco y siete intermediarios.

Claro que hace falta plantearse cuántos harían falta para hacer llegar esa postal hasta un campesino camboyano, por poner un ejemplo. De forma puramente matemática, el sociólogo Duncan Watts intentó demostrar su teoría de "seis grados de separación". 
  • Cada uno de nosotros mantiene un contacto directo y constante con aproximadamente 100 personas.
  • Cada uno de nuestros 100 contactos tiene otros 100 = 10.000
  • 10.000 x 100 = 1.000.000
  • 1.000.000 x 100 = 100.000.000
  • 100.000.000. x 100 = 10.000.000.000
Ya con cinco grados de separación tenemos más personas de las que viven en la Tierra. ¿Qué os parece? ¿Os convence? ¿Tiene en cuenta este silogismo matemático que quizás dos personas pueden compartir un contacto entre esos 100?


Este mono ya nos conoce a ti y a mi... ¡y está encantado!


¿Y qué pasa con la llegada de Internet?

La empresa Microsoft publicó en 2008 un extenso estudio sobre la interconexión de los internautas. Se analizaba 30.000 conversaciones electrónicas de 180 millones de usuarios de Messenger (qué tiempos...). La premisa era que dos personas se conocían si había un intercambio de al menos un mensaje de texto (¿cuántos recordáis que os escribieron sin conoceros de nada?).

Los resultados eran que el 78% de los usuarios tenía una separación media de 6,6 grados con otros usuarios. No obstante, en algunos casos había una separación de hasta 29 grados.

Por otra parte, el antropólogo Dunbar observó en los años 90 que el tamaño del grupo con el que se relacionan los primates depende del tamaño de su cerebro, pudiendo alcanzar 55 individuos. Según Dunbar, la capacidad cerebral de los humanos permitiría conocer hasta 150 individuos. Superado ese número, habría problemas de cohesión. Esto lo confirmaría el hecho de que el promedio de amigos en Facebook es de 130.




No obstante, hay gente con miles de amigos en Facebook. Esto se debe a que las redes sociales establecen vínculos mucho más débiles entre las personas y por tanto permiten ampliar el número de contactos.

Así, un estudio de la Universidad de Milán afirma que Facebook ha llevado a que el grado de separación se reduzca a 4,74. Los investigadores han determinado que en la red social se producen más de 69.000 millones de amistades. El 99,6% de las parejas de usuarios analizados están conectados por 5 grados y el 92% lo hace a través de 4 grados. Lógicamente, según aumenta el número de usuarios disminuye el número de pasos para el contacto.

Así que ya sabéis. Escribid una postal y tened cuidado con la ortografía, que quizás le llegue a Jennifer Lawrence. Y si la mandáis por correo ordinario estamos seguros de que Miss Internet apreciaría el esfuerzo de aumentar vuestro grado de separación.


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jueves, 20 de febrero de 2014

La guerra de la mensajería electrónica

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La noticia acaba de saltar: Facebook ha comprado WhatsApp por una cantidad insultantemente elevada. ¿Qué puede haber hecho que la red social más popular del mundo suelte tal cantidad de dinero por una empresa que podría ser considerada una PYME según la ley española por su número de empleados?

Sencillamente, hoy día WhatsApp ha sustituido a los SMS como principal medio de comunicación de cada vez más personas. No estamos descubriendo la pólvora aquí, la compañía fundada por Jan Koum se ha erigido en símbolo de la mensajería instantánea. Hasta tal punto de que incluso personas que son "analfabetas digitales" hablan de "guasapear" como medio de estar en contacto.

Sin embargo, no es ni la primera empresa dedicada a ello... ni la mejor, según el rasero que empleemos. Es la más extendida y ofrece un buen servicio a un precio módico (89 céntimos de euro al año es muy poco, seamos sinceros), pero hoy día su mayor ventaja reside en que es el sistema más extendido.



La principal queja que se eleva sobre WhatsApp se refiere al tema de la seguridad. Simplemente, interceptar y descifrar conversaciones es muy sencillo. Legalmente la compañía se guarda las espaldas instando a que no se emplee su servicio con motivos profesionales ni se envíe información confidencial por él, pero siendo realistas pocos son los que se leen el contrato antes de instalarse la aplicación... y menos aún los que lo siguen.

La primera aplicación de mensajería que desafió el predominio de los SMS fue BlackBerry Messenger (BBM). No hace tanto la aspiración de los adolescentes y jóvenes no era un iPhone sino un cacharrito con un teclado prácticamente inutilizable por su tamaño. El punto fuerte de esta siempre ha sido la seguridad, hasta tal punto que es el protocolo standard utilizado por el Pentágono. Hasta tal punto confían en BBM los militares estadounidenses que de hecho son quienes están manteniendo a la empresa canadiense a flote, a pesar de que la aplicación está disponible para otras plataformas.

Otra aplicación que tuvo su momento de gloria fue la japonesa Line, de la compañía Naver. Esta tiene como punto fuerte el ser gratuita... pero ofrece multitud de contenidos de pago a través de los cuales se financia. Otro punto débil es el espacio que ocupa y el hecho de que al ofrecer un servicio de mensajería que además tiene juegos y multitud de otras cosas acaba siendo un "resource hog" para los móviles más cortitos (como el del que suscribe este artículo). Algo similar es la china WeChat, que logró que Messi saliera en sus anuncios. También está KakaoTalk.

Cristiano también quiere anunciar alguna aplicación.
  En Apple tienen iMessage, pero siendo muy limitada la cuota de mercado de la marca de la manzanita en España no corre riesgo alguno de desbancar a Whatsapp. Mejores perspectivas tiene Hangouts de Google, que sin embargo no acaba de despegar (de hecho Google quiso comprar WhatsApp pero le dieron calabazas).

Sin embargo la que parece mejor dispuesta para plantar cara a WhatsApp es Telegram. No solo por ser gratuita, o porque sus emoticonos son los más parecidos a los de WhatsApp (de hecho son los mismos). Ni siquiera por ser verdaderamente multiplataforma pudiendo consultarse desde el PC (a diferencia de WhatsApp que solo puede consultarse desde el móvil). 

La filosofía de Telegram es muy parecida: tan solo una aplicación de mensajería y ya está. Ni juegos, ni stickers ni leche migada. Pero eso sí, con ciertas características propias como su potente algoritmo de cifrado (en otras páginas os lo explican bastante bien, si tenéis tiempo y ganas), de hecho los fundadores han ofrecido 200.000 dólares a quien sea capaz de hackearlo.

 Además tiene la posibilidad de crear grupos y conversaciones secretas o que incluso se autodestruyen. Telegram y WhatsApp tienen trayectorias paralelas aunque contrapuestas: si WhatsApp ha acabado en manos de una red social, Telegram fue creada desde el principio por los fundadores de otra, VKontakte, muy popular en el Este de Europa. En cuanto a por qué llamándose Telegram su símbolo es un avión de papel... una imagen vale más que 1000 palabras:




Sí, son aviones de papel hechos con billetes. Because Russia!

En cualquier caso, WhatsApp es el líder y la referencia, y los demás van a tener una durísima batalla delante de sí si quieren disputarle su lugar de preeminencia. No basta con ser el mejor, hay que lograr ser popular, como demasiadas personas y empresas aprendieron del modo más duro en esto de la informática y las comunicaciones. La guerra ha comenzado y aún se están tomando posiciones, pero por una vez puede ser que los que ganemos seamos los usuarios.

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viernes, 14 de febrero de 2014

El enamoramiento ¿un síndrome?

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El amor es, prácticamente sin duda alguna, el tema de mayor relevancia en el arte a través del tiempo y las culturas, así como objeto de estudio para filósofos, psicólogos y neurocientíficos. Y aunque haya diferentes formas de amor, como el maternal o formas más próximas a lo que llamamos amistad, el de mayor repercusión cultural es el amor romántico, especialmente en sus primeras fases: las muchas amantes de Picasso o quizás más modernamente las decenas de desamores de Taylor Swift.

Al igual que ocurre con otros fenómenos psicológicos, probablemente haya diferencias individuales a estudiar. No obstante, el amor se caracteriza por una serie de síntomas concretos, tanto físicos como mentales. ¿Podríamos hablar del "Síndrome del Enamoramiento"?

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